Ani Alva Helfer: «En el cine de un país todas las voces deben ser escuchadas»

Ani Alva Helfer: «En el cine de un país todas las voces deben ser escuchadas»

La cineasta peruana más taquillera estrenó su primera obra de teatro como directora. Nos habla también del reto de llevar al cine la historia de Everardo Zapata Santillana, el creador de Coquito.

Hace varios años, Ani Alva logró lo que, usualmente, no sucede en el cine nacional: que una comedia taquillera tenga, al mismo tiempo, el visto bueno de la crítica. Con películas como No me digas solterona, la cineasta ha superado el millón de espectadores.

Alguna vez no apostaron por su proyecto porque pensaban que un cine protagonizado por mujeres no era rentable en Perú. Ahora, en medio de un calendario de películas escritas por ella y otras que no, estrenó su primera obra Una semana nada más, que aborda las dificultades de la vida en pareja.

La directora está en primera fila del Teatro Claretiano observando al detalle los ensayos de la segunda temporada. Nos cuenta que hace “como mínimo” cinco versiones de un guion y que permite la improvisación, pero ella decide la versión final.

¿Cómo asumes el reto de dirigir una obra de teatro?

Para mí era estar como en familia. Es lo mismo que cuando produzco con Gianella (Neyra); había esa cercanía, evidentemente, sabiendo el talento que iba a dirigir, me sentí sostenida. Me gusta mucho jugar con la improvisación y con la propuesta del actor. Por lo general, les doy el guion para una primera lectura, los grabo, escucho y si esas primeras impresiones me parecen muy ricas, lo integro al guion. Siento que la improvisación es buena porque significa que el actor está escuchando. Entonces, me gusta, pero siempre en su justa medida.

Es decir, hay un vínculo de confianza, pero en escena no eres la amiga, eres la directora.

Hay un vínculo de comunicación y de respeto en el que yo los escucho y que sepan que voy a tomar sus apreciaciones y lo que consideran que suma al personaje, pero también me tienen que escuchar cuando yo diga: “esto es y punto” (sonríe). Tú suéltame lo que quieras con toda la confianza del mundo y yo, con toda la confianza del mundo, también te diré qué queda y qué no, porque si no, los tiempos se diluyen y una comedia tiene que estar muy bien planeada.

¿Por qué crees que funcionan estas comedias?

En el caso de Una semana nada más es entretenida, ligera, pero también habla de una pareja: él no se atreve a ponerle punto final a la relación y planea todo… Es algo que pasa (en la vida real); muchas veces no quieres decir algo primero y prefieres que el otro sea el que dé el paso al costado, ¿no? Entonces, si bien es una comedia disparatada, con enredos, a la vez siento que es un tema muy humano y natural.

Tu cine también gira alrededor de esos temas.

Sí, cuando hice No me das solterona era justamente porque yo pensaba que no necesitas casarte para sentirte completa. Esas ideas antiguas son con las que ha crecido mi generación, mis amigas. Me acuerdo de una reunión en la que estaban preocupadísimas porque iban a hacer el viaje, la maestría y no tenían el anillo de compromiso y a mí me parecía algo tan… siempre me he sentido ajena a ese tipo de…

¿De mandatos?

Claro, ese tipo de mandatos. Al contrario, yo siento que el matrimonio es una opción, ¿no? Y que no necesariamente ames más porque estás casado.

¿Siendo una cineasta taquillera sigue siendo difícil producir una película? Es decir, no deben cerrarte las puertas.

No, gracias a Dios, muchas puertas se me han abierto, pero siempre es difícil hacer cine por más que las puertas se te abran. Construir una película o hacer que exista toda esta maquinaria, es difícil. Yo te puedo decir sí, pero de ahí no sabemos si se va a lograr el presupuesto para hacerla.

¿O no te ofrecen las condiciones para lograr la película que quieres hacer?

Claro. Hasta ahora sigue siendo complicado, pero las propuestas siempre están, gracias a Dios, y también yo misma he ido construyendo mis propios proyectos. Yo no repetiría, por ejemplo, ya hice sobre la soltería y hablé, me gustaría irme más al drama.

Alguna vez contaste que en la universidad querías hacer otro género de cine. ¿Te queda pendiente?

De chica, me gustaba mucho el cine clásico; de hecho mi primera película era como un canto de amor el cine clásico. Hoy lo veo tan a lo lejos. Pero te juro que me siento tan orgullosa por hacer El beneficio de la duda porque realmente hice lo que me dio la gana.

¿No lo harías ahora?

No, no; es mucho riesgo (sonríe). ¡Qué bien que la hice sin que me importe más que contar la historia! No es que ahora no me importe contarla, sino que siento que es un reto mayor jugar a otro género. Siento que hay todavía un montón de comedia por explotar, pero me está llamando la atención más el drama.

Hablando del cine, ¿qué piensas de la nueva ley?

Primero, que el cine para mí es el álbum fotográfico del país, ¿no? Va a ser lo que más adelante exista y que tú puedas decir: “así pensábamos, así vivíamos, así creíamos”. Entonces, mientras más voces y más miradas tenga ese álbum, más rico va a ser para nosotros, siempre, ¿no? Y creo que en el cine todas las voces se tienen que escuchar. Con esta ley, es muy controversial; tiene una parte que, unánimemente, para los que hacemos cine y para los que no, es todo como un olor a censura. Existe esta posibilidad de que ciertos temas tendrían que pasar, digamos, como por una revisión, si se ajustan o no.

Tú estudiaste en Argentina donde se vive algo similar. ¿Por qué crees que sucede?

En Argentina, sobre todo, están poniendo hincapié en el que, claro, están saliendo de una crisis y ahora parece que existieran como grados de importancia y la cultura no lo es. Entonces, se le quita presupuestos. Pero la cultura debería ser no negociable.

¿Cómo enfocas la historia de Everardo Zapata Santillana?

Me parece que es una película nuestra. Everardo ya cumplió 101 años y siento que en un país tan golpeado como el nuestro, desde temas económicos, políticos, sociales, le viene bien saber que existe una persona que apostó desde su ciudad natal, que es Arequipa, para revolucionar la educación, que en ese momento tenía un analfabetismo al 73%.

Quizá podrías ‘ganar’ esa batalla de tener más salas en Lima y provincias.

De hecho, nosotros teníamos todo un plan como de hacer que vaya a cartelera, pero también de un cine itinerante para las zonas más vulnerables, donde es difícil acceso, incluso como la preocupación de él era siempre que uno entienda lo que lee, se iba a armar un material específico para estas zonas, como un libro de la película, para que el niño vea la película y después pueda responder, y es un plan como todo un universo en base a la película. Esperemos que pronto se pueda hacer.

¿Cuál fue tu impresión al conocerlo?

Lo conocí cuando cumplió 98; es lúcido como él solo. Para mí, su historia es la de un héroe nacional, anónimo. Ahora que decimos que la política en Perú es lo peor, que todos son impresentables, pues ahí tienes a alguien que te da ganas de ser peruano.

Fuente: DIario La República.