Con un comercio bilateral que superó los US$519.000 millones en 2024, China afianza su posición como socio clave en la región, mientras EE.UU. responde con retórica política ante su avance.

En un contexto de creciente competencia geopolítica entre China y Estados Unidos por el liderazgo en América Latina, el presidente Xi Jinping presidió esta semana en Pekín la cuarta edición del Foro Ministerial China-Celac, donde reiteró la voluntad de su país de posicionarse como el socio económico, comercial y estratégico más relevante para la región.
Durante el encuentro, que contó con la participación de los presidentes Luiz Inácio Lula da Silva (Brasil) y Gustavo Petro (Colombia), China anunció una nueva ronda de inversiones en sectores clave como energía, infraestructura y tecnología, con el objetivo de afianzar su presencia en ámbitos históricamente dominados por la influencia de Estados Unidos.
“El objetivo de los pueblos de América Latina y el Caribe es construir su propia patria, no ser el patio trasero de ningún otro país”, declaró el viceministro chino de Relaciones Exteriores, Miao Deyu, en un claro mensaje dirigido a Washington, en especial frente al renovado discurso hemisférico del gobierno de Donald Trump y su secretario de Estado, Marco Rubio.

No a una «nueva Doctrina Monroe»
Estas acciones tienen lugar pocos días después de que se anunciara una tregua de 90 días entre Estados Unidos y China, similar a la alcanzada durante el G20 de 2018, cuando se suspendieron aranceles y se prometieron mayores compras mutuas. Luis Eduardo Falen, economista e internacionalista, señaló a este diario que podría significar hasta 1,5 puntos porcentuales adicionales de crecimiento para la economía china este año, según estimaciones de JP Morgan.
Sin embargo, los antecedentes de desconfianza entre ambas potencias siguen latentes. Esta vez, el nuevo frente se ha trasladado a América Latina, donde cada actor despliega su estrategia: Washington insiste en retórica política; Pekín firma contratos.
“Lo que los pueblos de América Latina y el Caribe buscan es independencia y autodeterminación, no una ‘nueva Doctrina Monroe’”, afirmó Miao Deyu en referencia a la histórica política estadounidense de hegemonía regional proclamada en 1823.
“El discurso de una nueva Doctrina Monroe no es accidental”, sostuvo Francesco Tucci, analista internacional, a La República. “Estados Unidos históricamente ha considerado a América Latina como su zona de influencia natural, desde el Big Stick de Roosevelt hasta las actuales apelaciones al comercio justo y la seguridad regional. Pero el fondo sigue siendo el mismo: control”.
Mientras Pekín afianza su presencia con megaproyectos como el puerto de Chancay en Perú, redes eléctricas en Brasil o minería en Argentina y Bolivia, la administración Trump ensaya un retorno con discursos nacionalistas.
“Pondremos a América primero, también en América Latina”, declaró Marco Rubio, secretario de Estado, tras su gira por Panamá y Guatemala. Incluso deslizó la posibilidad de intervenir en el Canal de Panamá, una amenaza que generó incomodidad hasta en gobiernos tradicionalmente aliados.
Acuerdos con Brasil y Colombia a largo plazo
Uno de los anuncios más destacados fue la inversión de US$ 1.000 millones de Envision Energy para producir combustible de aviación sostenible (SAF) en Brasil, a partir de caña de azúcar. Además, la empresa Windey Technology firmó un acuerdo con el centro tecnológico Senai Cimatec para desarrollar investigaciones conjuntas en energías renovables y almacenamiento.
A esto se suma el posible establecimiento de un centro de datos de ByteDance (TikTok) en el puerto de Pecém, en Ceará, con una inversión estimada en más de US$8.800 millones.
“El mensaje es claro: China quiere ser vista como un socio estable, confiable y de largo plazo para América Latina”, señaló Tucci.
Por su lado, el presidente Gustavo Petro anunció que Colombia se integrará al megaproyecto global de infraestructura chino, la Franja y la Ruta, lo que marca un punto de inflexión en su política exterior. Además, propuso organizar una cumbre Estados Unidos-Celac para equilibrar la interlocución hemisférica.
China ya participa activamente en el desarrollo urbano colombiano: una empresa china lidera la construcción de la primera línea del metro de Bogotá, una obra postergada durante décadas en una ciudad de casi 10 millones de habitantes.
“No se trata de elegir un bando, sino de lograr acuerdos mutuamente beneficiosos. Esa debe ser la apuesta estratégica para el futuro de la región”, sostuvo Falen.
Comercio bilateral China–América Latina

En 2024, el comercio entre China y América Latina alcanzó los US$519.000 millones, el doble que hace diez años. Pekín importa materias primas —soja, litio, cobre— y exporta manufacturas, desde automóviles hasta tecnología avanzada. Ya ha firmado acuerdos de cooperación con dos tercios de los países latinoamericanos bajo la Iniciativa de la Franja y la Ruta.
Pese al entusiasmo de algunos gobiernos, hay señales de cautela. Brasil subió aranceles a productos chinos como el acero y cables ópticos, temiendo una sobreoferta provocada por las sanciones comerciales estadounidenses. México, por su parte, mantiene una postura más conservadora debido a su fuerte vínculo con Estados Unidos a través del T-MEC, aunque China ya desplazó a Brasil como su principal destino regional.
“China planifica con décadas de anticipación”, explicó Tucci. Y, coincidiendo con Falen, agregó que “su presencia en América Latina no es improvisada. Viene construyéndose desde Hu Jintao, con tratados, inversiones y una narrativa que conecta con el deseo de autonomía de muchos países latinoamericanos”.
Más allá del ajedrez diplomático, el avance chino en América Latina responde a una estrategia coherente y persistente. Xi Jinping ha realizado más visitas de alto nivel a la región que sus homólogos estadounidenses en la última década. Se espera que regrese a Brasil en julio para la cumbre de los BRICS, en un gesto que contrasta con la escasa presencia de Biden durante su mandato.
“La demanda china es uno de los pilares de la estabilidad económica de Brasil”, concluyó Matias Spektor, de la Fundación Getulio Vargas. Y esa realidad, cada vez más tangible, muestra que América Latina ya no es un tablero de una sola potencia.
Con información de AFP, ANSA, DPA, Reuters y The New York Times
Fuente: Diario La República.
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