Magnicidio de Miguel Uribe Turbay sacude a Colombia y marca un giro en el rumbo electoral

La muerte del joven senador revive la violencia política del pasado y deja en vilo el futuro de la oposición en las elecciones de 2026.

El fallecimiento del senador Miguel Uribe Turbay, dos meses después de sufrir un atentado durante un acto político en Bogotá, ha encendido todas las alarmas en Colombia. Lo que se había vivido como un intento de magnicidio se concretó, marcando un nuevo episodio de violencia política en un país que parecía haber superado esa etapa, al menos a nivel de candidaturas presidenciales.

La muerte de Uribe Turbay no solo representa una pérdida para su partido, el Centro Democrático, sino que impacta directamente el panorama político de cara a las elecciones presidenciales de 2026. El senador, joven figura de la derecha, había empezado a posicionarse como una de las voces más visibles de la oposición al gobierno de Gustavo Petro, especialmente tras el atentado, que lo convirtió en símbolo de unidad dentro del sector antipetrista.

Uribe Turbay pertenecía a una generación marcada por la violencia: su madre, la periodista Diana Turbay, murió en 1991 tras un fallido operativo de rescate mientras estaba secuestrada por el Cartel de Medellín. En los años 80 y 90, Colombia vivió una ola de asesinatos políticos que incluyó a candidatos como Luis Carlos Galán, Carlos Pizarro y Bernardo Jaramillo. La muerte de Uribe Turbay revive esos fantasmas y plantea la pregunta: ¿Colombia puede romper definitivamente con ese pasado violento?

El presidente Gustavo Petro lamentó el hecho, pidió no alimentar la venganza y propuso que el caso se investigue con apoyo internacional. Sin embargo, su reacción tardía fue criticada por sectores de la oposición, que exigen más garantías para los líderes políticos en un país donde el asesinato de opositores sigue siendo posible.

Aunque aún no se ha confirmado quién ordenó el ataque, las primeras hipótesis apuntan a disidencias de las FARC. El crimen ha puesto bajo la lupa la seguridad de los candidatos presidenciales y la capacidad del Estado para garantizar elecciones libres de violencia.

Uribe Turbay había sido concejal, secretario de Gobierno de Bogotá y senador desde 2022. En octubre de 2024 anunció su intención de competir por la presidencia. En julio pasado lideraba las encuestas de intención de voto, según un sondeo de Guarumo – Econoanalítica, y se perfilaba como el principal candidato del Centro Democrático.

Tras su muerte, el futuro del partido queda en una situación incierta. Aunque se esperaba que en octubre se realizara una encuesta interna para elegir al aspirante presidencial, aún no hay claridad sobre los próximos pasos. Analistas consideran que el asesinato de Uribe Turbay convierte al Centro Democrático en el eje de definición del rumbo opositor en Colombia.

El politólogo Pedro Viveros advierte que la violencia política vuelve a marcar el curso de las elecciones, como ocurrió en 1989 con el asesinato de Luis Carlos Galán. Esta vez, la decisión del partido y la voz de figuras como la esposa de Uribe Turbay o el expresidente Álvaro Uribe —actualmente bajo detención domiciliaria— podrían ser determinantes.

Más allá de los efectos electorales, el magnicidio plantea un desafío mayor para la democracia colombiana: garantizar que ningún líder, sin importar su ideología, vuelva a ser asesinado por sus ideas políticas. La muerte de Miguel Uribe Turbay reabre heridas que el país no ha logrado cerrar.

Fuente: El Comercio