Enrique Polanco: “Yo no soy un pintor nostálgico del pasado colonial, soy un pintor que denuncia”

Enrique Polanco: “Yo no soy un pintor nostálgico del pasado colonial, soy un pintor que denuncia”

El reconocido pintor Enrique Polanco la viene rompiendo con su exposición Pinturas: dos décadas de color y memoria en el ICPNA. ¿De dónde Polanco nutre su poética? Sobre este tema y más, en esta entrevista de La República.

Esta es una verdad de Perogrullo: Enrique Polanco es un gran pintor peruano y uno de los pocos que goza de la legitimidad tanto de la academia como del público. Su obra exhibe un poder de transmisión capaz de conectar con el espectador sin necesidad de que este conozca o no de pintura. A eso se le llama trascendencia y Polanco la ha construido siendo fiel a sus preceptos, los cuales son vistos desde los inicios de su trayectoria en los 80, teniendo como ejes a la ciudad de Lima, sus personajes marginales y el fogonazo cromático. Polanco es un poeta que pinta con furia y crítica, señas que podemos apreciar, hasta el 20 de julio en Espacio Germán Krüger Espantoso del ICPNA de Miraflores, en la exposición Pinturas: dos décadas de color y memoria. La verdad sea dicha, si uno ya pensaba que Enrique Polanco era un gran pintor, esta muestra nos deja la sensación de que Polanco es más grande de lo que pensábamos que era. La República conversa con Enrique Polanco.

-Desde muy joven apostaste por lo figurativo y de ahí no te has movido.

-Lo mío siempre ha sido la figuración expresionista, expresionista por la cromática, que es una gama cromática muy alta. Desde que ingresé a la Escuela de Bellas Artes en el año 75, empecé con la figuración y nunca salí como muchos pintores que han pasado por escuelas. La expresión figurativa no es una moda, es un lenguaje. Por eso, al desempolvar cuadros del 2004, me dije caramba, estos cuadros siguen siendo coherentes. El país sigue siendo el mismo o peor. La vigencia de mi obra es, así suene redundante, vigente.

-¿Qué te animó a seguir en lo figurativo?

-Yo siempre he estado detrás de lo que yo llamo intentar llegar a una nueva figuración y he estado persistiendo en la cosa figurativa, no me han interesado mucho los ismos. En una época hice un expresionismo fuerte, tipo alemán, pero dejó de interesarme. La figuración es el terreno donde yo más me siento cómodo en este doloroso proceso de la creación, porque la creación para mí es dolorosa. No es como piensa la gente, que es un hobby.

-¿Dolorosa en qué sentido?

-Por todo lo que vuelco. Mi pintura es pura alma.

-Siempre te he percibido como un artista más intuitivo, sentimental, y no racional.

-Tienes toda la razón. Yo empiezo el cuadro con el diseño y ahí comienza la aventura. No sé lo que va a venir. Mancho y empiezan a venir las capas de colores, pero no hago un boceto, no hago nada. Todo es puro bobo. Puro corazón. Puro sentimiento. Pura alma. No es porque los haya hecho yo, pero siento que mis cuadros vibran, tienen algo.

-Tu obra se alimenta principalmente de Lima. Le pones vida a paisajes tétricos.

-Esa es la estética de la decadencia.

-En tu obra, el cielo de Lima no está.

-Lima es totalmente gris, lo mío es puro color. Si se cayera Lima, no podrían reconstruirla a través de mis cuadros, porque son totalmente libres.

-¿Te consideras un gran pintor?

-Sin falsa modestia, yo creo que he llegado después de 50 años a un buen nivel dentro de la pintura y sé que me falta mucho todavía. La pintura nunca se termina de aprender. Mi pintura no es comercial, es muy difícil colocarla, pero tengo un gran número de gente que admira mi trabajo.

-Tu pintura es la de un observador de la realidad. Pareces un novelista de folletín del siglo XIX, pero que, en lugar de escribir, pinta el horror.

-Así es, pinto el horror. Además, los amigos poetas que yo tengo, que son muchos, a veces me dicen que yo soy un poeta, que mi pintura es muy poética. He pensado al respecto y sí, mi pintura es muy poética por el manejo del color y de las formas.

-Dentro del sentido poético de tu obra, hay también una evidente denuncia social.

-Eso es indudable. A mí siempre me ha interesado eso. Y yo no he hecho concesiones al respecto.

-Creo que tus años más felices los pasaste en Bellas Artes, pero más por el lugar en donde estaba ubicada la escuela. No sé qué hubiera sido de tu obra si Bellas Artes hubiese estado en otro lugar que no fuera el centro de Lima.

-Yo he sido un muchacho de clase media limeña, mi padre nunca tuvo dinero. Yo estaba trabajando como dibujante en el servicio de geología y minería, pero un día vi un anuncio en donde se comunica a los postulantes a Bellas Artes… Y saqué mis documentos, los presenté, postulé e ingresé. Yo nunca había salido de Barranco y Miraflores, Barrios Altos fue para mí todo un descubrimiento. En Bellas Artes me hice amigo de Víctor Humareda. Yo era un muchachito de 21 años y lo visitaba dos veces por semana en el Hotel Lima de La Parada. Barrios Altos, La Parada, quedé asombrado. De allí viene mi temática marginal.

-Y por ser marginal, viene el espíritu de denuncia de tu obra.

-Siempre he sido una persona sensible ante los problemas del país, pero ver todo lo que había reforzó mi espíritu de denuncia. Con un grupo de amigos, decidimos mandar al tacho el plan de estudios, nada de dibujar calcos clásicos de Nefertiti, y nos fuimos a pintar a la calle. En el 75 podías hacer eso. La zona donde estaba Bellas Artes es achorada, pero la gente nos respetaba. He pintado en los lugares bravos, he estado en la Huerta Perdida, hemos subido a la punta del cerro San Cosme en la noche a pintar. Lima se pone peligrosa cuando aparece la pasta básica de cocaína. Los choros salían angustiados y te ponían el cuchillo en el cuello. La peligrosidad de Lima empieza cuando aparece el pay.

-Barrios Altos y el Rímac son medulares en tu pintura.

-Así es. Es el telón de fondo donde yo coloco las escenas. Yo no soy un pintor nostálgico del pasado colonial, soy un pintor que denuncia.

-Esa era una época de mucho activismo político.

-Como muchos jóvenes de la época, he estado ligado a la izquierda. Pero ahora soy un defraudado de la izquierda, de la derecha y del centro. No creo en nadie porque nadie ha hecho nada por el Perú. Lo hemos visto con Boluarte que se decía de izquierda, lo hemos visto con la derecha. Este país está podrido desde hace 300 años.

-Tu obra es muy crítica. ¿Nunca te han censurado?

-Nunca. Una vez tuve un problema religioso. En los 90, por los 400 años del nacimiento de Santa Rosa de Lima, el BCRP organizó una exposición. Yo tenía un cuadro llamado “Trilogía”. En ese cuatro estaban Santa Rosa, San Martín de Porres y en un altarcito Sarita Colonia. Una noche antes de la inauguración, el arzobispo Augusto Vargas Alzamora visitó la muestra y cuando vio mi cuadro casi se desmaya. ¿Qué hace esto acá? Bájenlo. Me devolvieron mi cuadro, pero ya estaba en el catálogo de la muestra.

-No es otra cosa que el poder de lo figurativo.

-Así es. Yo no soy un pintor erudito, yo pinto molesto, soy perseverante. Nunca he sido militante ni activista, toda mi denuncia social la plasmo en la tela. El Perú es sumamente racista y le doy dignidad a mis personajes marginales. Yo no hago ninguna concesión temática. Que voy a pintar algo bonito a ver si vendo, no. Para mí, la pintura es denuncia.

-Esta es una exposición histórica, a muchísima gente le está gustando. Antes de entrar a Bellas Artes, ¿tuviste un contacto significativo con el arte?

-Tenía 12 años y una tía mía vivía en Schell, en Miraflores. Al costado de su casa estaba la librería La Familia y me hice amigo del pata que atendía. Lo ayudaba a limpiar los libros, pero un día vi un libro de Goya, junté mis propinas y me lo compré. ¿Qué niño de 12 años compra un libro de Goya? Eso, más el aviso a los postulantes a Bellas Artes, fueron determinantes.

-¿No te dijeron nada en casa cuando entraste a Bellas Artes?

-Mi papá me dijo que me iba a apoyar en lo que podía. Me daba para mis pasajes. En esa época, cerca a Bellas Artes había un restaurante llamado La Buena Muerte, le decíamos el pescadito. Te comías un buen aguadito por un sol. Con cinco soles la hacías. Fue una bella etapa formativa, con mucha vitalidad.

Fuente: Diario La República.